Si realmente fue un suicidio, este joven es un verdadero ejemplo a seguir. ¡Vamos, oficialistas queridos, emulen, emulen a este pobre martir! Y, ustedes, estimados opositores, no se queden atrás, sigan este gallardo ejemplo. Adelante, clase política: MÁTENSE.
miércoles, 21 de diciembre de 2011
EL RINCÓN VITRIÓLICO
Si realmente fue un suicidio, este joven es un verdadero ejemplo a seguir. ¡Vamos, oficialistas queridos, emulen, emulen a este pobre martir! Y, ustedes, estimados opositores, no se queden atrás, sigan este gallardo ejemplo. Adelante, clase política: MÁTENSE.
miércoles, 14 de diciembre de 2011
LA COMPUTADORA NO MUERDE, Y LA LICENCIADA SE LO MUESTRA
Lectores:
Es de conocimiento público que muchos usuarios de Personal Computers temen a que sus operaciones sean espíadas por otras personas, porque ustedes bien saben que las paredes no solo oyen, sino que también ven, como dice mi abuelita. Hoy les traigo, pues, un útil consejito para evitar que lo que pase en el monitor no trascienda los límites de lo privado, siempre manteniendo la gracia, la elegancia, y el garbo.
¡Hasta la próxima!
Lic. Enriqueta Falazz
martes, 13 de diciembre de 2011
IMPERDONABLE OMISIÓN
Les pedimos mil perdones, o dos mil, o cuantos ustedes necesiten. Llego el momento de la redención, y de desearles...
lunes, 12 de diciembre de 2011
GRIS, ROJO Y NEGRO
GRIS, ROJO Y NEGRO
El sol brillaba como una moneda oxidada y apenas llegaba a filtrarse en el interior a través de la única ventana del lugar, allá en las alturas. Si bien Ernesto no alcanzaba a percibir bien las esquinas del elevado techo, podía de todos modos adivinar las telarañas repletas de huevos y cadáveres de insectos descuartizados que en vano habían tratado de escapar. El sonido de un avión en pleno vuelo se sentía cada vez más próximo. Ernesto escuchó atentamente cómo el estruendo se acercaba de forma inexorable. Una vez que calculó que debía estar pasando por encima de él, levantó la vista al cielo aunque no lo pudiera ver y se puso a dibujar con el dedo la silueta del mapa de Italia en el piso polvoriento. En algunas ocasiones, el olor a nafta de avión proveniente del aeroparque se sentía en el aire cuando el viento soplaba del sur. Si bien a Ernesto le parecía un poco desagradable y le hacía doler la cabeza, significaba para él una especie de postal de la vida, la que se desarrollaba en el exterior, siempre lejos. Reclinó la cabeza y la apoyó contra la pared. Las irregularidades de la superficie, hijas de una construcción rústica y erosionada por el tiempo, se le clavaban en el parietal, pero él estaba tan cansado que no le importó. Miró a Gutiérrez, que estaba apoyado en la pared opuesta.
Las grietas en la cara de su compañero eran tan ostensibles que ni siquiera la pobrísima iluminación podía ocultarlas. Las mismas nacían de sus pómulos rocosos, de elevación caprichosa, y convergían alrededor de sus ojos. Su mirada, otrora torva, inquisitiva y salvaje se había extinguido con los años. No obstante, mantenía cierta rudeza, cierto carácter áspero, pero había tomado un matiz extrañamente paternal y piadoso. Gutiérrez tosió secamente y escupió en el piso. Se limpió la boca con la manga de su uniforme gris y suspiró, pero hasta donde pudo porque el agitadísimo ritmo de su respiración no le dejaba exhalar un suspiro como correspondía. Sus jadeos asmáticos eran silenciados por el omnipresente sonido latoso de las aspas del sistema de ventilación, tan ruidosas como ineficaces. Ernesto podía sin embargo advertir los sibilantes jadeos de su compañero a pesar del ruido. Los adivinaba cuando veía cómo la corpulenta silueta venida a menos de Gutiérrez se inflaba y se desinflaba como un globo maltrecho que no podía contener el aire demasiado tiempo. Casi mimetizado con el gris de la pared, y notoriamente agotado, Gutiérrez se secaba el sudor pasándose la mano por la amplia frente huesuda de su cara, desencajada como la de un pez boqueando en vano sobre las tablas hediondas de un muelle. Ernesto pensó en su familia, que seguramente debía de estar esperándolo en ese mundo lejano, que se pronunciaba de manera demasiado sutil por la elevada ventana. Gutiérrez se puso de pie y empezó a caminar lentamente en círculos con las manos en el bolsillo del uniforme. Ernesto sacó un cigarrillo y se lo puso a fumar mientras recordaba la rueda de presos del cuadro de Van Gogh, tan desesperanzadora como hermosa. Al oler el penetrante aroma del tabaco, Gutiérrez interrumpió la caminata y le pidió una pitada.
–Usted está loco, Gutiérrez, está jadeando como parturienta con contracciones y quiere fumar. –dijo Ernesto sin levantar la vista del piso mientras volvía a dibujar la silueta de Italia.
–Mirá, pibe, ¿ves estas marcas? Yo ya soporto cualquier cosa –dijo Gutiérrez con aliento entrecortado.
A Ernesto le molestaba que su compañero empezara con la exhibición de las famosas “marcas” para tratar de postular una supuesta indestructibilidad de su persona. Se las habían dejado las torturas, entre ellas había un par de quemaduras importantes en el pecho, y unas cicatrices en la espalda, producto de latigazos. Cada vez que Gutiérrez comenzaba la exposición de sus marcas, los ojos se le nublaban con una mezcla de orgullo y dolor de herida nunca cicatrizada. Terminó de mostrar sus horrendos souvenires y se quedó con la mirada fija en la fría pared de cemento, como mirando a través de una ventana inexistente, luego de unos minutos, y tras otro intento de suspiro, volvió a caminar en círculos. Ernesto respiró profundamente y volvió a reclinar su cabeza mientras exhalaba humo. Su rostro se volvió sombrío, grave. Cuando se entristecía, los ojos se le achicaban, los párpados parecían incontenibles cortinas de acero que clausuraban todo contacto con el exterior, y el labio inferior se le fruncía temblorosamente. Se pasó las manos de forma agitada por el pelo, como quien quiere deshacerse de un pensamiento. Pero lo único que logró fue dejar su cabeza llena de pelos grises alborotados y su pena intacta. Volvió a mirar a Gutiérrez, observó sus sienes con tupido cabello, su cabeza calva, su barba frondosa. No pudo evitar recordar la imagen de Kropotkin en el retrato que el mismo Gutiérrez le había enseñado tantas veces. Sí, su compañero era una especie de Kropotkin, pero rústico, ajeno a los modales nobles del original. Un Kropotkin salvaje y, sobre todo, un Kropotkin derrotado, esa fue la definición que Ernesto encontró apropiada.
–¿Y, me vas a dar una pitada o no? –preguntó ansiosamente Gutiérrez.
–¿Con ese asma no le hace mal, digo yo? No se cuida nada usted, eh.
Gutiérrez abandonó su caminata y lo miró fijamente con ojos que parecieron de pronto milenarios, cansados de haberlo visto todo. Tosió fuertemente y todo el cuerpo se le sacudió. Las manos encallecidas y sudorosas le temblaban por debajo de las mangas del uniforme gris. Se asomaban tímidamente, desde el puño de la camisa que llevaba abajo del uniforme, unos gemelos de otras épocas, rojos y negros. Un finísimo pero fuerte haz de luz entro como un polizón e iluminó, con la precisión de un reflector, la boca de Gutiérrez. Ernesto la miró detenidamente. La boca de la cual, en algún momento pretérito, cuando era aun firme e implacable, habían surgido discursos que no se sabían entonces meros imposibles. Ernesto miró esa boca ahora resquebrajada, rodeada de arrugas, el labio inferior reseco y agrietado frunciéndose temblorosamente. Esa boca ahora iluminada en medio de la penumbra de una habitación bañada por una luz mortecina. Esa boca que no se diferenciaba demasiado de la suya. Ernesto sintió que tenía algunas palabras atragantadas que exigían ser articuladas, pero no atinó a decir nada, ya era la hora de partir.
Caminaron por unos minutos por una serie de pasillos, los cuales eran cruzados por otros pasillos idénticos que a su vez eran interceptados también por otros iguales. Una verdadera cuadrícula arquitectónica hecha de repeticiones, de puertas marrones a veces, en pocos casos, identificadas con números; en otros, los números ya no estaban y sólo habían dejado alguna tenue marca en la pared que indicaba que en algún momento habían existido. Esta ausencia de números le daba un carácter aun más anónimo a la ya de por sí fría estructura por la que se movían. Finalmente subieron por unas escaleras interminables. Gutiérrez se agarraba de la gastada y áspera baranda casi con asco. Los escalones tenían los bordes ya redondeados por el tiempo, había que subir con cuidado para no resbalarse. Al rato llegaron a la planta baja.
Mientras salían por la gigantesca entrada, el policía de la guardia fija, un hombre de rostro perpetuamente sudoroso con bigotes tupidos, los saludó. Ernesto movió la cabeza sin decir palabra en modo de retribución de saludo, Gutiérrez salió inmutable, con la mirada fija al piso, y ambos se alejaron del ministerio.
Afuera también reinaba el gris: se había nublado. Caminaron unas cuantas cuadras hasta la avenida. El viento frío soplaba muy fuerte entre los edificios también grises. Llegaron hasta una esquina. Ernesto dibujaba con el dedo el mapa de Italia dentro del bolsillo de su campera.
–Yo me tomo el colectivo en la otra cuadra –dijo casi suspirando, con un nudo en la garganta. Gutiérrez asintió en silencio.
Antes de despedirse, Ernesto se acercó a su compañero.-Tome, pero no los fume todos hoy, eh.
FIN
domingo, 4 de diciembre de 2011
ENIGMÁTICO ENIGMA
(para ver en grande la imagen, abranla en otra ventana, o en otra pestaña)
miércoles, 9 de noviembre de 2011
4º ANIVERSARIO
1- http://www.amazon.com/Polly-Her-Pals-Complete-1913-1927/dp/1600107117/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1320862350&sr=8-1
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Esperamos con ansias junto al buzón. ¡Gracias por adelantado!
viernes, 4 de noviembre de 2011
"APRENDER"
¿Obama no habrá halagado a Cristinita así como un padre -tras haberse dejado ganar en una partida de ajedrez- halaga a su hijo menor por su destreza intelectual, aun sabiendo que puede aplastarlo cuando se le plazca, ya que la señorita Fernández preside un país del traste del mundo, cuya trascendencia política internacional es nula? ¿O habrá dicho eso porque realmente considera que todo buen mandatario debe aprender a multiplicar su patrimonio con total impunidad como hace Cris? ¿O estará Obama enamorado de la sintética sonrisa de CFK, hecho que lo cual lo lleva a emitir halagos desmesurados sin siquiera tomar conciencia de lo que está diciendo?
Para concluir, no parece que ni Obama, ni Sarkozy, ni Merkel deban aprender demasiado de ella: ya son flor de malparidos, todos ellos. Los que deben aprender son otros, para dejar esa pasividad doméstica y pasar a usar sus mentes, a elevar su alma más no sea un ratito por día, para empezar. La que debe aprender, y no justamente de personajes como la presidente y sus colegas, es la sociedad.
POST DATA:
En esa misma reunión de mafiosos, la señora hizo la declaración que está reproducida aquí en el titular del pasquín oficialista Página 12. Desde aquí le decimos que se informe acerca de lo que es la anarquía, porque no se trata justamente de descontrol. Todo lo contrario, se trata de una organización comunitaria. En todo caso, las banderas del descontrol las llevan adelante el Estado, y con nuestra plata, además. La señora de Kirchner puede enriquecerse de la manera obscena en la que lo hace gracias a eso que ella malinterpreta como "anarco capitalismo financiero".
martes, 1 de noviembre de 2011
DIBUJITOS DE LOS MAS PEQUEÑITOS
Adrianita tiene 6 años, practica tiro y le gustan las galletitas de alcaucil. Eso nos dice su mamá en la carta, pero hemos logrado averiguar la verdad: tiene 8 años, está todo el día mirando la televisión mientras come dátiles, y se llama Adolfa. No obstante, nos envió este hermoso dibujo de Homero, el personaje de los Simpsons. Està hecho con òleo y pasteles, sobre cartón de grosor intermedio. ¡Un abrazo, Adrianita!
Ludmila, que tiene siete añitos, nos hace llegar por envío postal certificado este ensayo previo de un cuadro que planea comenzar muy pronto. Está realizado en tinta china con plumín. En su carta nos comenta que somos una manga de pobres diablos, desde el primero al último. En el anteúltimo párrafo se diculpa por lo dicho, pero en la post-data lo ratifica. ¡Ay, locos niñitos!
lunes, 31 de octubre de 2011
POSTAL ELECTORAL
Hay otro folklore que reluce hoy: el de lo público, lo estatal. O desluce, mejor dicho. Mientras estamos parados en la fila, ensayo una diatriba en contra de la burocracia en plena municipalidad ante la paciente y comprensiva mirada de mi novia. Imagino la plata de los impuestos diluyéndose vaya a saber dónde. Imagino a obesos empleados mascando medialunas mientras entregan con displicencia formularios inútiles. Celulosa malgastada, árboles muertos para que la gente pueda llenar un papelito que los habilite a, sin ir más lejos, quitar otro árbol, porque levantan las veredas, vieron qué dañinas y degeneradas pueden ser las raíces. La señora que está detrás de nosotros trata de impresionarnos contándonos la historia de una raíz que llegó a infiltrarse en el living de una casa. Mientras, la fila avanza lentamente. Un tipo que lleva largo rato en el cuarto oscuro sale y reclama un faltante de boletas. Parece que le llevó su tiempo darse cuenta, y eso que con la patraña de las elecciones primarias, ahora había menos cantidad de partidos para elegir. Un típico cuadro estatal se comienza a esbozar cuando entra una señora en silla de ruedas. El ascensor de la santísima municipalidad no anda, lo cual explica porque que su puerta está bloqueada con una maceta. La urna tendrá que ser descendida en ceremoniosa procesión. La pobre mujer se queja, y en la fila se dejan oír murmullos de obligada indignación.
Las siguientes pinceladas costumbristas las da un hombre mayor, que por la edad seguramente iba a votar conducido exclusivamente por firmes convicciones civiles. Ahora el problema no es subir, sino bajar: llegar al cuarto oscuro exige bajar escaleras y el pobre hombre sufre de problemas físicos que lo impiden. La autoridad de la mesa, con la vetusta pero bien conservada libreta de enrolamiento del hombre en la mano, nos propone que el señor, que ya traía la boleta lista de su casa, prepare el sobre para votar mientras nosotros le damos la espalda. Las autoridades de mesa rodean al hombre para que nada se vea, y el señor emite su sufragio semi-secreto y voluntario mientras algunos lo miran con la admiración que producen en cierta gente los jubilados que votan.
Le toca votar a mi novia, que, más joven que yo, me lleva unos cuantos sellos de ventaja. La presidente de mesa llama al siguiente, la señora que está detrás me pregunta si es mi turno, a lo que yo le contesto que no lo es, por suerte, así que es el turno de ella. Con paso decidido de buena ciudadana, se acerca hasta la mesa y entrega su documento. Su nombre es dicho en voz alta y todas las autoridades la buscan en el listado. Se empiezan a mirar entre ellos confundidos. La gloriosa escena final tiene lugar: la presidente le comunica a la señora que alguien ya había votado en su lugar, con el mismo número de documento, mismo nombre, misma dirección, misma identidad, bah. La mujer, perpleja, asegura ser la única con ese documento. Le recomiendan ir a la comisaría a realizar una denuncia por usurpación de identidad. La señora se retira confundida, sin voz ni voto. Mi novia sale del cuarto oscuro y emite lo que corresponde emitir.
Evito todo contacto con los medios de comunicación durante el resto del día, pero no puedo dejar de pensar en qué siente esa señora el resto del día sabiendo que su doppelgänger electoral le ha ganado de mano. Tal vez se conforma con la esperanza de que haya elegido lo mismo que hubiera elegido ella.
jueves, 27 de octubre de 2011
shhh, disimule...
Y recuerde: shhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
E U G E N I O B I T Á C O R A
lunes, 24 de octubre de 2011
¡FELICITACIONES, PRESIDENTA!
El único episodio que había logrado ensombrecer la gestión de la señora Niágara había sido el recordado escándalo por el crecimiento de su patrimonio, al parecer injustificado. Luego se aclaró que la presidenta había apostado al número 6948 a la quiniela y había ganado. Ante la desconfianza que le habían suscitado desde siempre los manejos de las recaudaciones por parte de Loterías y Casinos, la presidenta había decidido apostar de forma clandestina y por ende no existía documentación que comprobara su triunfo en el juego. Afortunadamente, la situación se aclaro cuando el quinielero del barrio dio su testimonio del hecho presentando algunos documentos de manera que se pudiera descubrir el origen de los 2612 pesos que la presidenta hasta ese momento no había podido justificar. Aclarado el hecho, la señora Niágara pidió de todos modos disculpas y donó la suma a la Asociación.
La Asociación no suele publicitar demasiado sus logros debido a su autocrítica y austeridad características, pero los resultados están a la vista de todos. Jamás se vieron tan frondosos a los helechos, y a las esporas tan volátiles. Felicitaciones, pues, a la señora Niágara y suerte en su merecido segundo mandato.
-INSTRUCCIONES PARA LOS QUE NO SE DESPABILARON TODAVÍA: CONTRASTAR ESTA NOTICIA CON LA REALIDAD POLÍTICA NACIONAL (Y APENARSE UN BUEN RATO)-
jueves, 20 de octubre de 2011
MENSAJE PARA ESTE DOMINGO
VOLVÉ, MARLBORO
Es llamativo el fortalecimiento del cual las campañas anti-tabaco vienen gozando desde hace unos años. Las publicidades de cigarrillos no están permitidas, las advertencias que vienen impresas en los paquetes en las cuales se indica al fumador el carácter nocivo del producto ya son más grandes que los paquetes mismos, y los sectores para fumadores que existían en algunos restaurantes han ido desapareciendo.
Es llamativo como se lucha contra lo que realmente parece ser un mal menor. Digo mal menor puesto que nadie está obligado a intoxicarse con nicotina y alquitrán o a exponerse a un posible cáncer. Se trata de una elección muy personal, tan personal como decidir consumir alcohol, sustancia en todo caso tan o más nociva que el tabaco, y también adictiva. Sin embargo, las publicidades de bebidas alcohólicas están a la orden del día, y estas siguen las mismas estructuras de mensaje que las prohibidas publicidades de cigarrillos: al consumir el producto, el sujeto pasa a ser alguien mejor, más astuto, más sensual, más exitoso, y comienza a disfrutar la vida, pero en serio. Tras la pequeña leyenda "consumir con moderación" que figura en las publicidades de estas bebidas, subyacen algunos hechos indiscutibles: el alcohol produce terribles consecuencias en el aparato digestivo cuando se consume de forma indiscriminada, altera el comportamiento del consumidor y está estrechamente vinculado de forma directamente causal con muchísimos de los fatales accidentes de tránsito que tienen lugar a diario en nuestro país. Sin embargo, en los medios de comunicación la cerveza sigue teniendo su promocionado lugar privilegiado. Entonces, si al ciudadano se lo trata como a un adulto y se le da la opción de beber alcohol o no, ¿por qué no se le permite elegir entre fumar o no? ¿Acaso los fumadores son todos infantes inconscientes, víctimas de las tácticas de persuasión publicitarias? Llamativo, sin dudas.
Lo que no es para nada llamativo es que no se combatan los verdaderos flagelos de nuestro mundo. De hecho, en todos los medios hay propagandas políticas, y nadie hace nada para impedirlo.
martes, 18 de octubre de 2011
LA COMPUTADORA NO MUERDE, Y LA LICENCIADA SE LO MUESTRA
por la Lic. Falazz
Lectores:
Desde hoy, aquí en NADA les daré útiles consejitos informáticos, pequeños secretitos (por eso son secretitos, porque son pequeños) para que ustedes pueda manejar su Personal Computer con mayor dinamismo y así impresionar a sus amigos, a sus parejas, a sus padres, a sus conocidos o, si están irremediablemente solos en este mundo, a nadie.
Hoy, un secretito útil para cerrar las ventanas del explorador con gracia y elegancia.
¡Hasta la próxima!
Lic. Enriqueta Falazz
OTRO RELATO, SI SEÑORES
Justo cuando estaban por servir la sopa de alcachofas, a Enrique se le cayó el brazo. Una calamidad, realmente, porque que se le cayera mientras dormía, vaya y pase, pero justo en la cena, antes de la sopa, eso era un verdadero desastre. Era raro e inesperado porque ¿acaso no había tomado todas las precauciones antes de salir? ¡Tanto esmero en coserlo prolijito para qué! Largó una risita nerviosa que no logró aplacar el gesto de desagrado de la señora Echagüe Alvarado, que frunció la boca mientras seguramente pensaba para qué lo había invitado, justo hoy que iba el embajador. Bueno, pero él no lo había hecho a drede, hay que ser comprensivos con este tipo de percances, somos humanos. Hacer como que nada pasaba no tenía mucho sentido, así que se disculpó, se agachó a buscar el brazo y al incorporarse puso cara de “son cosas que pasan, vio”. El agregado cultural cortó el silencio incómodo que se había instalado halagando las cortinas del comedor y tratando de adivinar el país de procedencia de la tela. Nombró como quince países sin acertar, y cada vez que erraba decía la frase “ya sé, ya sé, no me diga” y paso seguido lanzaba otro nombre. De más está decir que al cuarto país que mencionó, a nadie le importaba ya la incógnita, mitad porque era un tema irrelevante, y mitad porque la atención se desvió a Enrique, a quien se le acababa de caer una oreja, y adentro de la copa. Mientras maldecía a los fabricantes de pegamento y trataba de sacar la oreja disimuladamente de la copa (tarea bastante complicada), ponderaba las bondades del vino, que tenía muy buen cuerpo y un dejo a almendras, aunque no estaba seguro. Guardó la oreja en el bolsillo e intentó acertar ahora él la procedencia de las cortinas. Acertó, era raso de Marruecos, pero a nadie le importó (de todos modos, le había pegado de suerte). El embajador negó con la cabeza mientras miraba fijo la copa. Ellos sabrían disculparlo, tenían que saber disculparlo, seguramente al rato iban a estar tomando cognac en la biblioteca, riendo acerca del asunto mientras la señora Echagüe Alvarado tocaba el piano, porque un percance es un percance, no exageremos.
El pie se le desprendió mientras estaban con el postre. Ni bien se dio cuenta se sobresaltó, y los crệpes se le salieron del plato. El embajador miró para arriba, resignado. Se escucharon comentarios en voz baja. Esta vez no sonrió ni se molestó en disimular, estaba todo perdido, y eso que no habían visto el pie suelto debajo de la mesa. ¿Cómo iba a disimular a la hora de salir? No pueden no darse cuenta de la ausencia de un pie, digamos que es algo que no se puede pasar por alto. Además, la señora Echagüe Alvarado había hecho una cara que garantizaba miradas inquisidoras y alguna reprimenda antes de que se fuera, y cuando viera el pie ausente se acababa todo, pum, así de fácil. ¿La excusa del baño para luego escaparse por la ventana? No, no tenía sentido, los baños estaban en la planta alta, se iba a matar del golpe; además, saltar con un solo pie es incómodo. La otra alternativa era ir al baño, pero para volver a coser el pie. Sin embargo, ni bien se levantara de la silla, ya se iban a avivar, no, no había caso, se acabó todo. La última posibilidad que pudo pensar fue la de sacar el pie de adentro del zapato, guardarlo adentro del saco, y antes de salir meter el extremo de la pierna en el zapato y tratar de caminar lo más normal posible. Por algo era la última idea que había barajado: no tenía el más mínimo sentido. Cabizbajo y nervioso, moviendo incesantemente el pie que le quedaba, esperó que todos terminaran de comer. ¡De comer! Claro, la sobremesa, el cognac en la biblioteca, era cuestión de quedarse solo unos minutos en el comedor con alguna excusa, un par de puntaditas, y a la biblioteca como si nada hubiera ocurrido.
Inesperadamente, todo el plan comenzó bien. Los comensales fueron invitados a beber algo a la biblioteca de la señora Echagüe Alvarado, que no podía (y no quería) disimular el orgullo que sentía por su voluminosa colección de libros, no había manera de que alguien fuera invitado a su casa y no terminara en esa biblioteca. Cuando todos se habían levantado de la mesa, él adujo un adormecimiento en la pierna y aseguró que en unos minutos estaría con ellos. Nadie pareció molestarse por su excusa, pero seguro que ya estaban saturados con su presencia, así que lo importante era no pasar más vergüenza y salir de allí de la manera más decorosa posible. Sacó los infaltables hilo y aguja del bolsillo, y se cosió el pie un poco dificultosamente: no era fácil con un solo brazo. Tan mal no quedó, pero no había que forzarlo mucho, eso sí.
Entró a la biblioteca cuidadosamente. Todos escuchaban con atención a la señora Echagüe Alvarado, que estaba en medio de un solo de arpa, porque al final no era el piano lo que tocaba. Se paró estratégicamente de manera de que nadie quedara a su izquierda y pudiera ver el espacio dejado por la oreja ausente. Trató de aparentar estar concentrado en la música y cuando la señora terminó, sonrió exageradamente y asintió con la cabeza a falta de aplauso. Para estar parado, el pie se mostraba firme. Restaba quedarse tranquilo y luego unos pocos pasos desde la residencia al coche, total el chofer lo iba a llevar hasta la casa. Enrique se quedó tranquilo.
El agregado cultural vino sonriente a intercambiar unas palabras con él, así que tal vez después de todo sí iban a bromear sobre los pequeños percances que habían tenido lugar durante la cena. Seguramente el embajador se iba a acoplar a la charla luego, y Enrique presentaría una sinceras e irresistibles disculpas. Después de todo, seguramente hasta la señora Echagüe Alvarado iba a reemplazar su gesto fruncido por una sonrisa cómplice. Justo cuando el agregado cultural estaba olfateando con placer la copa junto a él, por una de esas desgraciadas casualidades se le fueron a caer no uno, sino los dos ojos juntos. Escuchó un ruido líquido y fastidio generalizado. El ridículo ya era completo, ahora la señora Echagüe Alvarado no lo iba a invitar más.
lunes, 19 de septiembre de 2011
LA ESPERA TERMINÓ
Obviamente, el coleccionismo jugó un papel importante a la hora de haber comprado esta caja, pero eso es también parte de la experiencia de escuchar música, qué tanto. Los discos (con excelentísimo sonido) vienen en una hermosa caja así como también un hermoso libro de tapa dura con fotos e interesantísimas notas. El diseño en general está muy cuidado y planeado con muy buen gusto.
Resumiendo, una de las novedades discográficas más emocionantes que pueda recordar. Me va a llevar mucho tiempo poder escuchar y asimilar el material (son aproximadamente 70 horas de música), pero la semi-felicidad está asegurada.
personalizada, me creo más por otros motivos.
CONVERSACIÓN QUE TUVO LUGAR EN UNA TARDE INVERNAL
A veces a Rne se le da por escribir algo.
En realidad, todo había venido por una noche en lo de mis tíos, los de Olivos. Estaba mi prima, que tenía 5 o 6 años más que yo, yo tendría 10 en aquel momento (está frío, cambiá el agua). El tema es que cuando ibamos de visita, mi prima y yo jugábamos (bah, ella me hacía jugar, porque la diferencia de edad... viste que a esa edad se nota mucho; yo era un nenito, ella ya era adolescente) Ella tenía un espíritu muy maternal y se pasaba todo el tiempo inventando cosas para que hiciéramos entre los dos. Yo creo que ella también se aburría con toda la charla de los grandes, me acuerdo que a veces nos callábamos para escuchar lo que hablaban mis padres con mis tíos, y poníamos caras de no entender nada, nos reíamos. Esa, no sé, complicidad, conexión, empatía, o como se te cante llamarla, me hacía sentir especial, como en un lugar aparte con ella, así me sentía (y bueno, era un nene, qué le vamos a hacer). La verdad (y ya me imagino que ibas a preguntar) es que sí, ella me gustaba, ¿viste la historia trillada de la prima de la cual uno se enamora, ese relato al que un buen escritor le rajaría porque ya es un tópico? Bueno, esas cosas a veces pasan, como podrás ver, así que no sería raro que también hubiera muchos científicos locos, o mayordomos asesinos, ¿no te parece?. En realidad, ahora que lo pienso, tampoco sé si me enamoré: “Amor” me parece una palabra muy grande, demasiado fornida, y yo era un nene; pero sí confieso que ir a lo de mis tíos era algo que me encantaba solo porque estaba ella. Una vez que fuimos no estaba, se había ido a lo de una amiga, y –escuchá esto– mi tía me dice (¡ay, qué ganas de matarla a la vieja!): “Uh, pobrecito, se va aburrir hoy que Elizabeth no está”. ¡Ya sé que me voy a aburrir!, decía yo por adentro con una bronca que ni te cuento, y también unas ganas de llorar que me daban vergüenza. Pero a las pocas horas –el tiempo no se pasaba más, te imaginás, ¿no? – volvió y yo me acuerdo que quería hacerme el que no me afectaba demasiado, trataba de disimular la alegría que se me veía de un kilómetro a la redonda. Un vestido rojo a lunares tenía ese día, mirá lo que es la memoria, cómo se te graban algunos detalles, che (ahora está medio lavado, pero dejá, no te hagas problema, estoy hecho un viejo quisquilloso). Esa era Elizabeth. Era tan, tan linda la mocosa, y tan inteligente; y yo, más mocoso aún, imaginate, qué vergüenza. Y esa noche que te iba a contar, ella agarró una enciclopedia, un atlas, porque a mí me gustaban los mapas, las banderas; viste que los chicos a veces tienen épocas de obsesionarse con algún área del conocimiento como, no sé, por ejemplo los dinosaurios (en esa época no estaban tan de moda, hoy en día cualquier chico te habla de pterodáctilos), o la zoología (nunca me olvido del libro de artrópodos que tenía mi tío, yo no me animaba a tocar las arañas, ¡por más que supiera que eran fotos!). Bueno, el asunto es que yo estaba obsesionado con los países, capitales, monedas, la geografía más política, digamos; pero con mi prima estuvimos toda esa noche mirando fotos de Europa mientras los demás estaban meta sobremesa (¿de qué es?¿de dulce de batata? bueno, probamos). El libraco tenía un planisferio Mercator desplegable –una cosa enorme que no sabíamos bien cómo cornos volver a doblar– y después los mapas de cada país con su Historia, datos de su Economía, etcétera –vos ya sabés cómo son– y fotos, muchas fotos. Y había una foto de un bosque en Polonia que me encantaba, no quería dar vuelta la página, la miraba de todos los ángulos. Hoy en día no te sé decir por qué, porque no tenía nada de especial, ni sobresalía entre el resto de los otros bosques que figuraban en el libro. No sé si porque a Elizabeth también le gustaba mucho o qué –alguna asociación rara habré hecho, ¿no? –, pero la cosa es que cuando mis viejos, un tiempo después, me preguntaron dónde podíamos ir de vacaciones en verano, les dije “Polonia”, con un convencimiento, que quedaron pasmados. Nunca voy a olvidar que mi viejo dijo, mirá, me lo acuerdo patentemente, dijo: “¡Cómo se nota que este no lee el diario, eh!”, y se rió. Yo no lo entendí en ese momento, pero era el año 40, te imaginarás que no era justamente para andar de vacaciones por Europa, y mucho menos por Polonia. Ay, ay, ay, Polonia, qué personaje.
Bueno, así que, como te estaba contando, viene Ruth y me dice “Nos vamos con Esteban a Bucarest”. Yo me empecé a reír: “¿Bucarest?”, les digo riéndome. Pero la verdad es que me sentí en seguida un imbécil, un obtuso que se reía sólo porque no habían dicho “París”. Entonces les dije que me parecía una hermosa idea, hay que viajar, conocer, “Indra es amigo de los viajeros”, y todo eso. Realmente, no me lo esperaba, no es el lugar más frecuentado por los turistas, no me lo podés negar. Después, mientras estábamos comiendo, les pregunto “Che, ¿y Bucarest por qué?”. “No sé, queríamos ir a un lugar distinto, más para el este, y hay que ser original, ¿no? ¿O siempre hay que ir a Madrid, París, o Londres, don Polonia?”. Con mis antecedentes, mucho no podía decir, pero, claro, lo de Polonia había sido cuando yo era un nene de 10, 11 años, y Ruth ya es toda una mujer (y desde hace largo rato, por más que le pese), pero, ¿querés que te diga algo?, está perfecto. Además, me acordé de Cioran. De hecho, se los dije. “La tierra de Cioran”, les digo, así con un tono medio ceremonioso. El novio de mi hija me miró como si estuviera senil (me lo dicen bastante seguido, te cuento). Pero, bueno, el asunto es que se fueron para allá, tierra de Cioran o no. La extraño bastante, hay días que se vuelven demasiado solitarios. En fin, los inconvenientes de haber nacido, ¿no? ¿Sabés quién me había traído el primer libro que leí de él? ¡Jorge!, ¿te acordás de “Jorge, el transhumante”? Lo que es tener mosca, eh, me acuerdo que cambiaba a cada rato de casa, de barrio, de país, (al menos no cambiaba de planeta, que yo sepa). Ese sí que seguramente estuvo en Polonia, y habiendo leído el diario. Buen tipo Jorge, pobre; me regaló el libro, y yo que apenas champurreaba un poco de francés, así que imaginate lo que me costó: un renglón, el diccionario; otro renglón, el diccionario; medio renglón, el diccionario; qué frustrante. Lo leía en la cama, sentado, con los dos libros en la falda; y encima, el diccionario de francés era un mamotreto enorme –por suerte, porque con un diccionario para turistas no llegaba a entender ni el índice–, así que tenía que hacer malabares para que no se me cayera todo al piso. Victoria ya estaba harta del “librito”, como le decía ella tan simpáticamente; seguro que el amante leía ediciones bilingües. Che, ¿será por eso de los libros que me abandonó?, ¡de haberlo sabido antes, me llevaba la Enciclopedia Británica entera a la cama! ¡Y el Mercator desplegable! (no, no quiero más yo, gracias, pero otra porción de batata te acepto). Justo cuando tenía el francés un poco más manyado, apareciste vos con una traducción al castellano, y al carajo el diccionario. Pero, claro, yo sentía que no estaba leyendo a Cioran, sino al traductor, y vos me hacías caras de “no hay una que te venga bien”, pero sabías que tenía razón. Qué cosa, ¿no?, años más tarde, me doy cuenta de que mi vieja edición francesa era una traducción del original en rumano. ¡Había estado leyendo una traducción todo el tiempo! Claro, porque los primeros libros de él están en rumano, después empezó a escribir en francés (luchaba para no sonar como un meteco, pobre Emil). Por ahí Ruth me puede comprar alguna edición rumana, y un diccionario rumano-español tamaño elefante, –todo en el free-shop, como te podrás imaginar– total, ahora nadie se va a quejar de mi forma de leer en la cama, ¿no?.
Hace rato que no sé nada de ella, bah, hace rato que no pregunto, mucho no me importa, y creo que a Ruth tampoco, aunque eso le duele mucho. Yo nunca la extrañé, pero la traición, no sé si me dolió, pero al menos sí me molestó. Por suerte Ruth no heredó casi nada de la madre, salvo la cara y el cuerpo, y de eso no se puede quejar, porque: Victoria, estúpida, pero al menos era preciosa, o eso parecía ser. Y sí, “parecía” ser, al menos al principio, antes de que se develara su estupidez. La estupidez afea, anotá eso, si querés, usala, pero pagame el copyright. No, hablando en serio, ¿no te parece que uno es lindo cuando lo es cabalmente o no lo es en absoluto?. Una mina linda, pero linda en serio, no lo puede ser solamente por fuera. O al menos digo eso ahora que soy viejo, decrépito y me creo –al menos– no tan horrendo por dentro. Se ve que cuando la conocí a ella, estaba mirando otra cosa, o ella cambió, o yo cambié, no lo sé, y no importa tampoco. Pero, aunque fue un error, sin ella, no habría Ruth, que de error no tiene nada.
Está rico esto, eh. Che, siempre me llamó la atención el dulce de batata, porque, pensá, la batata es una cosa espantosa, un aborto de la naturaleza, te diría. Cuando la vieja hacía papas y batatas al horno, todas juntas (¡qué aberrante!), yo las comía después con mucha precaución, parecía un neurocirujano con los cubiertos. Ella me servía papas nada más –nene mimado–, pero alguna de las otras siempre se metía donde no la llamaban, y por ahí, en una de esas, masticaba una sin querer y tenía que escupirla, lindo espectáculo para la hora de la comida. Un asco, realmente, tubérculo nauseabundo, pero, eso sí: el dulce de batata, una delicia. El tipo que lo inventó (bueno, eso de “lo inventó” es medio incierto, seguramente fue un accidente, como la historia de la leche quemada y el dulce de leche, pero no importa) debió ser un gran alquimista olvidado, y –déjeme decirle algo, amigo–: ese olvidado alquimista logró extraer algo tan agradable de una batata. Y eso es algo mucho más milagroso que la piedra filosofal. Como una más y me voy , al gato le deben haber salido raíces esperando que le dé de comer.
martes, 16 de agosto de 2011
POLLITO ETERNO
lunes, 15 de agosto de 2011
EL PAÍS DE LA NECEDAD
Si han leído con anterioridad este espacio, conocerán ya nuestra postura ante la realidad política argentina y comprenderán nuestra desazón. A aquellos que la desconocen, los invitamos a leer algunas de nuestras publicaciones y a comprender nuestro infinito malestar.
Es sorprendente como esta sociedad nos logra defraudar aún cuando no teníamos ya ni una brizna de esperanza en ella.
miércoles, 23 de febrero de 2011
UNAS BREVES PALABRAS
Esto no es ignorar la realidad, simplemente se trata de incentivar nuestra inteligencia y la de los señores lectores. Porque el pútrido status quo, creo yo, le teme más a un hombre con autonomía de pensamiento, con apertura mental, a un hombre de profundidad espiritual y creatividad que a un opositor dogmático con pancarta que se diferencia de él en forma, pero no en fondo.
Después de todo, el cambio debe ser MENTAL por sobre todas las cosas.
Queríamos expresar estos modestos conceptos en vez de publicar decenas de comentarios acerca de los criminales de turno. El mango de la sartén se consigue con fuerza, pero una vez obtenido hay que lograr que ya nadie termine frito. Estos cambios se darán siempre y cuando nos diferenciemos, y muy en serio, de aquellos que deploran nuestra vida y demostremos que tenemos con qué crear una mejor y más rica realidad.
miércoles, 26 de enero de 2011
HAY QUE ACABA CON EL NACOTÁFICO
martes, 18 de enero de 2011
LA AUTO-SUPERACIÓN, UN CAMINO HACIA LA AUTO-SUPERACIÓN
LATNEMITNES OIROTLUSNOC
Estimadísimo Carranza:
Le escribo desde las infernales arenas de una playa a cuyo recuerdo la eterna infamia aguarda. La playa en la que mi mujer se alejó de mí para disfrutar de las bondades de un vendedor de churros. ¿Cuánto debo esperar para dejar fluír mis ímpetus de conquista y focalizarlos en la morocha de bikini fucsia que siempre está cerca de mi sombrilla, sobre todo porque yo siempre tomo la precaución de ponerla cerca de ella? Le pregunto porque ya veo que en el cualquier momento a esta chica se le terminan las vacaciones.
(Mauro Ricochet, costa atlántica, calor de locos)
Carranza dice... todo depende de las medidas de la fémina en cuestión y del calor que esté haciendo. Digamos que debe sumar las tres medidas de su objeto de conquista y dividirlo por la cantidad de grados de temperatura (escala Celsius). Si no, otra manera se basa en medir la temperatura de su propio cuerpo, pero yo sinceramente recomiendo el método antes mencionado.
Carranza: mire, el asunto es que yo soy un tipo de laburo, alguien simple, vio, y resulta que viene una señorita que me insiste con cosas, qué sé yo, yo no le creo, para mí que no le intereso yo, vio, ella quiere comer los churros que yo vendo, porque yo soy vendedor de churros, vendo churros en la playa, soy un vendedor, de eso vivo, los vendo a los churros, soy vendedor, y esta señorita viene con proposiciones medio así raras, pero quiere churros gratis, yo las conozco a estas, no sé, medio que no sé qué hacer, me confunde, vio. Soy vendedor. De churros. Vendo churros.
(Anselmo Poirot, Santa Teresita, o no tan santa, según dicen algunos)
Carranza dice... aproveche, el vendedor de churros es muy buscado por las mujeres ya que a ella se las conquista por el estómago. Bah, depende la mujer, y depende el estómago. En realidad, cómo se las conquista, no sé. Pero piense una cosita: ¿por qué se dice que un hombre apuesto es un "churro"? Piense, piense... pero no demasiado.
Señor Carranza: no me puedo enamorar, no hay caso. No me atraen los hombres, mucho menos las mujeres. Sinceramente este asunto me importa un comino, pero todos me dicen que está mal vivir así y que debo buscar ayuda, que debo entregarme al amor urgentemente. ¿Usted qué dice?
(Vivian Beatriz Esmeralda Conex, La Lucila, República de Pehuamar)
Carranza dice... mandame una foto tuya, tu teléfono y evaluamos cuán pronto debés entregarte al amor y demás asuntos. También anexá los datos de tus medidas, así empiezo a hacer unos cálculos.
Doctor: una supuesta luminaria de brotes morados, un triatlón de gónadas del tenedor tricolor, pasta de motas, y la princesa hosca, y el rebote de las varillas de una ciudad de felpa, un maletín, naftalina del rencor.
(Lola Dominguez, Bernal, pero bien el centro, eh)
Carranza dice... no soy doctor y esto no es el Concurso Abierto de Mala Poesía Surrealista. Gracias.
Señor Carranza: estoy viviendo un romance con un hombre mayor que yo. Él cree que mi amor se alimenta de interés, cree que busco algo a cambio. Pero le juro por lo que más quiero en el mundo (la gaseosa Teem) que mis intenciones son sinceras, hijas de un real amor. Es más, me gustaría tener hijos con él y que fueran en un futuro vendedores de churros como el padre. ¿Cómo hago para convencerlo de mis sentimientos sinceros?
(Mariel Virg, una playa a cuyo recuerdo la eterna infamia aguarda, un calor de locos)
Carranza dice... pobre Teem, con razón ya no existe.
El verano no está excento del dolor de las penas de ese coso, ¿cómo es? ah, amor, sí. De eso, sí.
viernes, 14 de enero de 2011
EL DEDO DONDE DUELE
¿POR QUÉ LOS DISCOS YA NO SE EDITAN CON SONIDO SICO ACÚSTICO?
jueves, 13 de enero de 2011
martes, 11 de enero de 2011
HORRENDAS MUTACIONES TEATRALES
El primero es el afiche de la obra teatral "Chicas de calendario". Podemos observar sentada al piano a Norma Pons, muy sonriente, con collar de perlas como única vestimenta. Por razones que desconocemos, y que son irrelevantes para lo que nos compete, Pons ya no es parte del elenco y por lo tanto el afiche del espectáculo tuvo que ser modificado. ¿Qué mejor que usar el hermoso Photoshop para ahorrarse una nueva sesión de fotos? Un par de cliks, algunos arrastres de mouse y listo el chikenito San Sebastián. Veamos los resultados:
El nuevo afiche nos deleita con un horrendo montaje digno de un cirujano demente y sádico. La cabeza de la reemplazante Gogó Rojo aparece de forma tosca y antiestética en el cuerpo de Norma Pons. Para disimular y ahorrarse el trabajo de que el pelo de la cabeza de la nueva actriz roce un cuerpo que le es muy ajeno le encajaron un sombrerito con girasol al tono.
"Una historia real que conmovió al mundo", reza el afiche. La verdad es que es realmente conmovedor que un ser humano víctima de tal horribles mutaciones pueda tocar el piano con tanta felicidad impresa en el rostro. ¿Le habrán implantado las geniales manos de Martha Argerich?
miércoles, 5 de enero de 2011
EL SHOW MÁS IMPRESIONANTE DE LA TV REGRESA
Este jueves, por canal 312 de Malaver, esta genial emisión contará con la presencia del reparador de televisores de prestigio internacional Emilio Azur, quien explicará las nociones básicas del sintonizado del horizontal. Eduardo Gonzaga entrevistará a Maribel Mermann's, evasora de impuestos profesional y desobediente civil. El locutor siempre en off Marcos Sepulvet se mostrará frente a cámara por primera vez y leerá en voz alta una novela de Tolstoi a confirmar. En el rincón culinario, Yolanda Astray, la cocinera manca, preparará un plato con aires del Mediterráneo (traídos en un volquete especialmente para la ocasión).
Todo esto y más (aunque por falta de tiempo, mucho más no va a haber) el próximo jueves a la hora de siempre en EL SHOW DE EDUARDO GONZAGA
COMIENZO
El Dr. Robles, por otro lado, guardó un cauteloso silencio mientras comía nueces con notable entusiasmo. No sabemos si ese mutismo se debió a las normas de etiqueta que no permiten hablar con la boca llena o si se trataba más bien de una postura filosófica del pensador malaverense.
En fin, a pesar de las desorientadoras actitudes de los miembros clave de nuestra Redacción, vaticinamos un 2011 digno de nuestro prestigioso nombre... (que cada uno piense lo que quiera)