LA FRASE DEL PERIODO DE TIEMPO QUE VA DESDE SU PUBLICACION HASTA SU REEMPLAZO POR OTRA

"Sin la facultad de olvidar, nuestro pasado tendría un peso tal sobre nuestro presente, que no soportaríamos abordar un solo instante más, y mucho menos entrar en él. La vida sola le resulta soportable a los caracteres triviales, a aquellos que, precisamente, no recuerdan."
(E.M. Cioran)

viernes, 26 de octubre de 2012

TALTICON RIOTOSULSENMEN

El desengaño sentimental no tiene signo político. Hombres de izquierda, de falza izquierda, de derecha, de centro forward con proyección, o descreídos lisos y llanos sufren por amor y nos lo hacen saber con el fin de que Eduardo Carranza los aconseje como es debido.

"Don Carranza: estoy enamorada de mi compañero de banco. El asunto es que es mi compañero de banco circunstancial, ya que la profesora de Derecho, haciendo gala de vaya a saber uno qué escuela metodológica, ha decidido distribuir al alumnado en el aula de manera tal que que cada alumno tiene un lugar asignado por sorteo. Por bondades del azar, quedé sentada al lado de Blas Marionda, a quien amo en secreto desde aquel día en el que me observó y me guiñó el ojo. Luego vino a saberse que él sufría en aquel entonces de un tic nervioso temporal debido a una lesión también temporal en el lóbulo también temporal de su cerebro. Mis amigas me dicen que me enamoro fácil, y que además Blas es un perverso sexual o un celíaco, no sé, no logro recordar bien. En fin, ¿cómo hago para que se enamore de mí de una manera tan cabal que no conciba la mismísima vida sin mi presencia?"
(Amelia Rhasa, San Justo, Banda Oriental)


Carranza dice...
Me acuerdo que en una época tenía el tic nervioso de morderme fuertemente la lengua. Eso arruinó durante más de dos semanas mi vida amorosa, te lo aseguro. No te preocupes, ya te vas a recuperar.


"Carranza: mi novia dice que nuestra relación está estancada, que yo sólo pienso en deportes y en irme a pescar con amigos y que ella no se imagina un futuro conmigo. ¿Qué hago?"
(César Esso, Bajo Colegiales, Sri Lanka)


Carranza dice...
Mi tío me enseñó en su momento el secreto de una buena carnada. Eso sí, él pescaba solo para comer, nada de dejar al pez boqueando y sufriendo por deporte, si es que eso puede llamarse deporte. Pescábamos un par de peces, los matábamos con pedido de disculpas previo y los comíamos. Así que bueno, así es la vida, amigo.


"Señor de la sección de consultas sentimentales de "Nada": mato a mi esposa todos los martes, pero a la tardecita del jueves en seguida revive como si nada. Probé explosivos, sustancias tóxicas, estrangulamiento, descuartizamiento, desmaterializaciones, pero no hay caso, es tan inmortal como su abuela. ¿Debo aprender a quererla de una vez por todas?"
(Jaco Shell, Territorio en disputa)


Carranza dice...
Cuando viví brevemente en San Fernando conocí a un mago que hacía desaparecer palomas. Es curioso, pero aún cuando, tras mi insistencia obsesiva, ya me había revelado cómo se hácía el truco, ese acto me seguía fascinando. Gracias por el recuerdo.


"Dotor: tengo una novia que está dele que dele comer faturas todo el día, y no casamo en setiembre. Yo tengo todo arreglado, un helicotero alquilado y todo, pero si sigue dándole al morfi, ni con el má mejor dotor va a tar flaca pa entra en el vestido. ¿Cómo puedo, de forma casi subrepticia, pero no obstante clara, deslizar la problemática de sus desordenes alimenticios para que considere al menos un tratamiento que pueda revertir su estado no solo agraviante estéticamente, sino además sumamente perniciosos para su aparato psico-físico?"
(Rafa Petrobras, Beverly Hills o similar)


Carranza dice...
Yo tuve una novia con un desorden alimenticio curioso. Se alimentaba exclusivamente de alimentos en sal muera. Tanta sal muera, sal muera, que al final se murió. Bah, o por ahí lo soñé, no recuerdo bien.


"Sr.Carranza: soy lesbiana, pero no sé cómo decírselo a mi novio. Salgo con él para aparentar, pero estoy harta de ocultar quién soy. ¿Debo decírselo directamente o crear una falsa situación accidental en la que me encuentre besándome con mi hermana? (ah, sí, me gustan las mujeres, siempre y cuando sea en una relación incestuosa)."
(Daiana Servicentro, Merlo, pero no en San Luis ni en Buenos Aires)


Carranza dice...
una amiga de la escuela era lesbiana. Se casó hace poco con su novia, según me enteré. ¡Felicitaciones!


"Mirá, Carranza, es la octava vez que te escribo y mi carta nunca aparece, a pesar de que mi situación es desesperante. Espero que esta vez sí la publiquen."
(Miriam Bardahl, Sexta puerta a la izquierda, Luján)


Carranza dice...
Y, si no me preguntás nada puntual, difícilmente te pueda ayudar, querida.

miércoles, 10 de octubre de 2012

HISTORIETA POR ENTREGAS

Una nueva entrega de la atrapante Las morsas y el circunloquio, la historieta que revivió la ansiedad y la intriga en el mundo historietil.

EL RINCÓN POLVORIENTO DE LOS JUEGOS

El asunto es así: luego de leer las frases, usted tiene que unirlas con la fotografía de su autor y, paso siguiente, con la bandera del país en el cual nació dicho autor. Por último, puede releer las citas y pensar acerca de su contenido, que sería lo más interesante de todo, qué tanto. Las soluciones andan por el final (¡no haga trampa, lo estamos mirando!).

a-"Qué aberración y no otra cosa es el hombre mera y exclusivamente racional."

b-"¡Que me aspen!"

c-"Saber morir cuesta la vida."

d-"¿Qué se entiende por Auténtico Alienado? Es un Hombre que prefiere volverse loco antes que traicionar una idea superior del honor humano."

e-"¡Qué remo tan pesado es una pluma, y qué dura corriente es la idea, cuando hay que penetrarla con tal remo!"

f-"Literatura es eso: mentir bien la verdad."

g-"Tan sólo el pasado mañana me pertenece. Algunos nacen de manera póstuma."

h-"Yo no soy pesimista. Es el mundo el que es pésimo."

Los señores autores
 
Las señoras banderas
 

martes, 9 de octubre de 2012

DESINFORMACIÓN SURTIDA

Algunos titulares del día de la fecha, para que no se diga que aquí vivimos desconectados del planeta este que habitamos cuyo nombre ahora no recordamos con exactitud.

Los antiabortistas nos conmueven con su lucha por la vida. Claro, por ahora se ocupan solo de embriones que son productos de violaciones, pero cualquier día de estos se ocupan de velar por el bienestar de los chicos de la calle, eh, así que esperen. Sentaditos, por las dudas.

Bueno al menos murió en su ley, como un verdadero idiota.

No es "un asco", como dice Crónica. En realidad es el supermercado que provee los alimentos para los concursos del titular anterior.

El viento los amontona.

Sí, sin dudas el viento los amontona.

miércoles, 3 de octubre de 2012

ÁRABES CON CUCHILLOS Y CIELOS DE ALEMANIA OCCIDENTAL

   Los Juegos Olímpicos de 1972 están marcados por una inesperada postal que nada tiene que ver con anaranjadas pistas olímpicas, gimnastas gráciles en poses elegantes o heroísmo retratado a todo color. La imagen representativa de Munich ’72 es una siniestra instantánea en blanco y negro en la cual una figura fantasmal se asoma desde un balcón. Su rostro encapuchado, negado de toda facción humana, paraliza, parece encarnar al mismísimo terror. Tal vez se deba a la presencia de dos huecos negros que ocupan el lugar reservado para los ojos, como dos órbitas vaciadas y frías. Tal vez no haya explicación alguna, como suele ocurrir en estos siniestros casos. Sea como fuere, nada puede relacionar a esa espeluznante imagen con el deporte. Y es que justamente nada de deportivo hubo en la masacre de Munich.



INTRUSOS EN LA MADRUGADA

   Son las cuatro de la mañana del 5 de septiembre de 1972. Unos atletas canadienses caminan por la calle de regreso a la Villa Olímpica tras haber pasado la noche ocupados en actividades ajenas al mundo del deporte. A esa hora la Villa está cerrada, así que no les queda otra alternativa que entrar de forma furtiva.
Afortunadamente para ellos, parece que no son los únicos juerguistas, ya que se topan con otro grupo de deportistas que con sus bolsos están intentando entrar a esa insólita hora. Los canadienses, que han tomado de más, aceptan gustosamente colaborar con ellos, haciendo gala del espíritu de compañerismo que reina en la Villa. Todos logran así trepar la reja y entrar. Se despiden gentilmente y se desean suerte. Los canadienses se van a dormir, pero el otro grupo de atletas tiene un plan diferente, más acorde con las armas que llevan en sus bolsos. Sin saberlo, los hombres de Canadá han ayudado a entrar a terroristas palestinos disfrazados.
No es la primera vez que los terroristas pisan la Villa. Ya el día anterior estuvieron estudiando el terreno e identificando su blanco. No necesitan hacer averiguaciones, ya saben dónde está lo que buscan. Por eso mismo no pierden tiempo y se dirigen directamente al edificio en el que se alojan los miembros de la delegación israelí.
Los atletas israelíes están durmiendo hace ya unas horas. La noche anterior fueron al teatro a ver una representación de “El violinista en el tejado” y volvieron a la medianoche. A las cuatro y media de la mañana, uno de ellos, el réferi de lucha Yossef Gutfreund, se despierta al escuchar un ruido extraño. Ve cómo la puerta se empieza a abrir y logra divisar un grupo de encapuchados con armas del otro lado. Desesperado, se levanta e intenta utilizar sus 135 kilos como barrera contenedora. No logra evitar que los intrusos entren, pero sí alcanza a alarmar a sus compañeros. Uno de ellos logra romper una ventana y escapar. Otro, el entrenador de lucha Moshe Weinberg, decide enfrentar a los encapuchados. Recibe a cambio un tiro en la mejilla y la orden de guiar a sus atacantes hacia las habitaciones de los otros atletas. Weinberg piensa rápidamente, hace que pasen una habitación de largo y los lleva donde descansan los levantadores de pesas y los luchadores, con la esperanza de que estos puedan ofrecer mayor resistencia. Los hombres fuertes de la delegación israelí son sorprendidos mientras duermen. Cuando despiertan, un arma ya les está apuntando a la cabeza, no tienen oportunidad de hacer nada. Mientras todos los rehenes están siendo trasladados a la primera habitación, Weinberg vuelve a atacar a su captores, distracción que da tiempo a uno de sus compañeros para escapar corriendo desesperadamente. Para el veterano de la Guerra de los Seis Días y levantador de pesas Yossef Romano, la rendición no es una opción. Se resiste, contraataca y logra herir a uno de los terroristas, pero estos no están dispuestos a admitir resistencia alguna. El inerte cuerpo desnudo y baleado de Weinberg terminará tirado en la puerta del edificio, como mensaje al mundo acerca de la seriedad de las determinaciones de los secuestradores. En cuanto a Yossef Romano, se desangrará hasta morir en el suelo de la habitación, a la vista de sus compañeros, una manera que tienen los palestinos de desalentar cualquier otro intento de escape.
Los atletas del cuarto que los terroristas pasaron de largo escuchan gritos y disparos y logran escapar a tiempo. Esa madrugada, otros israelíes, once en total, no han tenido esa misma suerte: dos ya están muertos, y otros nueve son rehenes.



NEGOCIACIONES FANÁTICAS

   La situación no tarda en hacerse pública. A las pocas horas del ataque, autoridades de Alemania Occidental comienzan a negociar con los terroristas, cuyas relaciones públicas están a cargo de Issa, su líder y vocero. Su nombre verdadero es Luttif Afif. Viste un traje gris claro, lleva un sombrero blanco, anteojos oscuros y la cara pintada con pomada para zapatos negra. Tanto él como sus compañeros pertenecen al grupo extremista Septiembre Negro, y lograrán que la causa palestina sea conocida en todo el mundo luego de los hechos de 1972. Los secuestradores emiten un comunicado en el que exigen la liberación de más de 200 revolucionarios árabes encarcelados en Israel en su mayoría, Alemania y otros países europeos. El gobierno alemán desespera, los recuerdos de los alambres de púa del Holocausto son todavía muy frescos, ni treinta años han pasado aún desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Se quiere evitar a como dé lugar una nueva tragedia judía en Munich, la ciudad que vio nacer al nazismo. El canciller de Alemania Occidental, Willy Brandt, se ofrece como rehén a cambio de la liberación de los atletas. También se hace un ofrecimiento ilimitado de dinero, una especie de monumental cheque firmado en blanco. Pero Issa no muestra interés alguno en siquiera contemplar estas ofertas. Para él, es la liberación de los presos, o nada. El líder de los terroristas habla sin perder la calma, firmemente, con seguridad implacable, y como si faltaran razones para tomarlo en serio, lleva una granada en su mano mientras dialoga con las autoridades, por si acaso. Cada tanto se asoman dos de sus compañeros por las ventanas, a veces uno de ellos escolta a su líder en las negociaciones, ametralladora en mano. Finalmente Issa anuncia que si al mediodía no se cumple con sus exigencias, un atleta israelí va a ser ejecutado públicamente cada hora.
La intransigencia no es patrimonio exlusivo del fanatismo de Issa. Israel mantiene por aquel entonces una inquebrantable política de Tolerancia Cero con el terrorismo y no aceptará ningún tipo de condiciones o chantajes. La primer ministro israelí Golda Meir declara, también de manera firme y con seguridad implacable, que no cederán ante las demandas de los secuestradores, ya que de hacerlo, ningún israelí se sentiría seguro en ningún lugar del mundo. El gobierno alemán necesita tiempo y resuelve engañar a los terroristas. Se les dice que se está esperando una respuesta de Jerusalem, cuando en realidad eso nunca ocurrirá. Cuando faltan segundos para el mediodía, los palestinos extienden su plazo hasta las cinco de la tarde. El gobierno alemán ha ganado un valioso tiempo que tratará de aprovechar.



INTERVALO DESESPERADO

   Mientras las angustiantes horas de espera se suceden, lentas pero inexorables, se dibujan dos realidades muy diferentes dentro de la Villa Olímpica, ambas trágicamente opuestas entre sí. Por un lado, el bullicio jovial de los espacios de recreación, por otro lado, el férreo silencio que reina en las habitaciones de los secuestrados. Los terroristas tienen órdenes expresas de no dialogar con sus cautivos, se quiere evitar así cualquier tipo de vínculo emocional. Es así que mientras nueve atletas israelíes se encuentran atados en una habitación observando el cuerpo desangrado de un compañero tirado en el piso, a escasos metros, otros atletas de otras delegaciones toman sol junto a un lago. Algunos de ellos juegan al ajedrez, algunos al ping-pong, algunos nadan. Y algunos además compiten, porque los Juegos Olímpicos siguen adelante como si nada pasara. Recien once horas después de haber empezado la toma de rehenes, el Comité Olímpico decidirá suspender momentáneamente el evento. Algunos sugieren que la desesperación de Alemania Occidental por resolver la situación está íntimamente ligada a la necesidad de que los Juegos se reanuden cuanto antes.
Los medios gráficos pueblan las azoteas vecinas, las cámaras lo registran todo: las esporádicas aperturas de la puerta que da al balcón, el perpetuo vigilante parado en la puerta del edificio, Issa recogiendo la comida que han pedido; es decir, el itinerario habitual de una toma de rehenes. A las 16.30, los secuestradores acceden al pedido de las autoridades y dejan que se dialogue con uno de los secuestrados. El entrenador de esgrima André Spitzer contesta escuetamente algunas preguntas desde la ventana de la habitación, declara que, exceptuando uno de los atletas, el resto se encuentra bien. Antes de que pueda decir más, recibe un culatazo en la cabeza y de inmediato unas manos anónimas lo meten hacia adentro nuevamente. Todo captado por la televisión en vivo y en directo. El ministro del Interior Hans-Dietrich Genscher exige ver personalmente a los rehenes. Los terroristas acceden. La terrible escena de los atletas atados, heridos y el cuerpo de Romano yaciendo sobre un gran charco de su propia sangre impresiona al ministro. Nota además una actitud de digna resignación por parte de los rehenes y aprovecha para contabilizar a cinco terroristas en total.
Se pone en marcha un plan. Cuando faltan minutos para las 17, un grupo de policías armados y vestidos de atletas está listo para acceder por tubos de ventilación y por las azoteas para rescatar a los rehenes. Más de 80.000 personas se encuentran en los alrededores observando con detenimiento como si de un nuevo evento deportivo se tratara. Sin embargo, la operación nunca se llevará a cabo, ya que los terroristas advierten la presencia de personal policial en los techos. No es que los palestinos posean un poder de intuición prodigioso, sino que han podido ver todos los preparativos en vivo por televisión cómodamente desde la habitación. A nadie se le había ocurrido pensar que las habitaciones estaban provistas con televisores. Esta situación, que podría llegar a resultar graciosa si no fuera tan terrible, sugiere un aire improvisado en el accionar de las fuerzas alemanas y una torpeza que va a ser vital en el desenlace final. La proverbial inescrupulosa eficiencia germánica comienza a resultar un mito, y esto era tan solo el principio. Cabe agregar, sin embargo, que el ejército alemán, seguramente mejor preparado para la situación, estaba imposibilitado para actuar, ya que la Constitución no permitía acciones militares en Alemania Occidental en tiempos de paz.
Los medios siguen cubriendo todo lo que ocurre sin pausa. El deporte ha sido desplazado de los títulares momentáneamente. Los hechos que tendrán lugar en las horas siguientes desalojarán definitivamente al espíritu olímpico de Munich.


EL PEOR FINAL

   Los secuestradores, ya agotados, no tienen interés en que el conflicto se extienda más tiempo y hacen pública a las 18 una nueva demanda: un avión que los lleve a un país árabe indeterminado, junto a los rehenes, claro está. Las autoridades acceden. Hay quienes sospechan que la oferta resulta perfecta para el gobierno alemán. Les da la oportunidad de poder mudar el conflicto de su territorio y dejar el camino libre para la reanudación de los Juegos Olímpicos. No obstante, la idea del gobierno es otra: aniquilar a los terroristas antes de que puedan huir. Para eso preparan una emboscada.
El plan parece astutamente armado: dos helicópteros trasladarán a los terroristas y a los rehenes de la Villa Olímpica hasta la base aérea Fürstenfeldbruck. Allí los esperará un Boeing 727 listo para despegar, pero la tripulación del avión estará compuesta por policías disfrazados. Una vez que Issa y su segundo suban al avión para examinarlo, serán reducidos. Del resto de los terroristas se ocuparán francotiradores apostados en la torre de control y en los alrededores de la pista. Un camión de asalto entrará luego para rescatar a los rehenes.
Si el episodio fallido de rescate en la Villa había ya sugerido cierta ineficacia por parte de la policía alemana, el episodio que tendrá lugar en la base aérea Fürstenfeldbruck la noche del 5 de septiembre de 1972 va a revelar una desorganización y negligencia totales, y de la más trágica de las maneras.
Desde el primer momento la operación parece destinada al desastre. Cuando los captores y sus rehenes abordan los helicópteros, se viene a dar cuenta de que a pesar de lo que los cálculos de las autoridades sugerían, los terroristas no son 5, sino 8. La cadena de infortunios halla su siguiente eslabón a las 22.30, cuando, a escasos minutos de que los helicópteros aterricen, los policías del avión, tras considerar que la misión es demasiado peligrosa, acuerdan de forma unánime abandonarla. Lógicamente, la reacción de Issa al encontrar un avión vacío parece anular cualquier posibilidad de desenlace feliz. Enfurecido, el jefe de los palestinos corre a ponerse a resguardo a uno de los helicópteros, sin que ningún francotirador logre en ese trayecto acertarle un disparo, (aunque si logran herir a su segundo). Las enceguecedoras luces de la pista se prenden súbitamente, como anunciando el comienzo del acto final.
Los francotiradores, incomunicados entre ellos, desorganizados, sin blancos fijos, y poco preparados, comienzan a abrir fuego, al cual los terroristas responden de inmediato, de la misma indisciplinada manera. Como los helicópteros no aterrizaron en el exacto lugar planeado, dos de los francotiradores cercanos a la pista quedan expuestos a los disparos de sus compañeros, lo cual resulta muy peligroso sobre todo porque no han sido provistos de chalecos antibalas. Mientras tanto, los carros de asalto están atascados en las rutas que dan a la base aérea, congestionadas con curiosos. Nadie planeó con anticipación liberar el camino.
Los rehenes no tienen oportunidad de escapar, están atados uno al otro, inmovilizados. Tratan de liberarse cortando las ataduras con los dientes, pero es inútil. Escuchan las ráfagas incesantes que parecen surgir de todos los puntos del predio, escuchan las amplificadas voces de las autoridades alemanas que intentan negociar nuevamente con los palestinos, escuchan como los terroristas contestan a la propuesta abriendo fuego contra el edificio. Ven como un terrorista corre directamente a enfrentar a uno de los francotiradores, ven como el francotirador le destroza la cara de un tiro, ven el rostro enfurecido y ahora descontrolado de Issa. Si antes estaban resignados, ahora están directamente ayunos de toda esperanza.
Paradójicamente, mientras la catástrofe sucede, los familiares de los atletas y la prensa mundial encuentran alivio en las últimas noticias que se difunden. Cerca de la medianoche un anuncio oficial asegura que los rehenes fueron rescatados con vida. En cuanto a los terroristas, el informe asegura que han sido muertos en el eficaz operativo. Nada más lejos de la realidad.
Cuatro minutos después de medianoche, mientras se anuncia en los medios el rescate exitoso, uno de los terroristas (tal vez Issa, tal vez no, todo sucede tan rápido que las identidades se difuminan) fusila a quemarropa a todos los atletas de uno de los helicópteros. Simultáneamente, otro terrorista le quita el seguro a una granada y la arroja dentro del otro helicóptero. El fuego se apropia de la pista de aterrizaje. Un silencio de sepulcro invade la base aérea.
A las 3.24, a casi veinticuatro horas del comienzo del siniestro episodio, el periodista estadounidense Jim McKay, a cargo de la cobertura de los Juegos Olímpicos para la cadena ABC mira a cámara y cuenta al mundo la noticia que le acaban de notificar por su auricular: “Acabamos de recibir el informe final. Cuando era chico, mi padre solía decir que nuestras esperanzas más grandes y nuestros peores miedos rara vez se cumplen. Nuestros peores miedos se han cumplido esta noche. Había once rehenes. Dos fueron asesinados ayer por la mañana. Nueve fueron asesinados esta noche en el aeropuerto. Todos se han ido”.



POSTLUDIO EN CLAVE MUY MENOR

   A la tarde del seis de septiembre, los Juegos Olímpicos se reanudan tras una ceremonia poblada de medias astas. La delegación israelí se retira de los Juegos, junto a sus muertos. El ocho de septiembre, el gobierno israelí ordena un bombardeo en Siria y en Líbano que termina produciendo doscientas muertes. Los cuerpos de los cinco terroristas que murieron en aquella trágica noche en la base aérea (Issa entre ellos) son devueltos a Libia, donde una multitud victoriosa los recibe como héroes. Los tres palestinos sobrevivientes quedan encarcelados en Alemania Occidental, pero nunca llegan a ser enjuiciados, ya que son liberados siete semanas más tarde cuando unos terroristas que secuestran un vuelo de Lufthansa exigen su libertad. El avión llevaba sólo doce pasajeros, sin mujeres, sin niños. Se sospecha hasta el día de hoy que el mismo gobierno alemán ha orquestado el secuestro para poder liberarse de los tres prisioneros que significan atentados en potencia en el territorio. De todos modos, Alemania Occidental ya cuenta con un escuadrón especial anti-terrorista, fundado días después de la masacre de Munich, la masacre que de no haber sido por la torpeza logística de la administración alemana, posiblemente podría haberse evitado.
Una vez de regreso a su país, los tres miembros de Septiembre Negro dan conferencias de prensa en las que manifiestan su orgullo por haber logrado que la causa palestina alcanzara una trascendencia mundial. Con el paso de los años, dos de los terroristas van a caer bajo las balas del Mossad. El tercero en morir lo hará de causas naturales en 2010 tras años de vivir oculto.


   La postal de la figura fantasmal y anónima en el balcón no ha perdido su impacto a pesar de tener ya cuarenta años. Sigue siendo la síntesis gráfica de los Juegos Olímpicos de 1972. Poco se recuerda de los sucesos deportivos que tuvieron lugar durante esas semanas en Munich, por no decir que no se los recuerda en absoluto. Veinticuatro horas negras justifican el olvido.