En un país saqueado, violentado a diario, maltratado, expoliado y exprimido por una clase política inescrupulosa y amoral, casi la mitad del electorado delega el dominio de las cuestiones nacionales al oficialismo. Como si no fuera suficiente, otra porción significativa se inclina por personas que ya estuvieron involucradas, o que incluso presidieron el mismo siniestro sistema. ¿Qué más queda por decir, entonces?
Si han leído con anterioridad este espacio, conocerán ya nuestra postura ante la realidad política argentina y comprenderán nuestra desazón. A aquellos que la desconocen, los invitamos a leer algunas de nuestras publicaciones y a comprender nuestro infinito malestar.
Es sorprendente como esta sociedad nos logra defraudar aún cuando no teníamos ya ni una brizna de esperanza en ella.
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