LA FRASE DEL PERIODO DE TIEMPO QUE VA DESDE SU PUBLICACION HASTA SU REEMPLAZO POR OTRA

"Sin la facultad de olvidar, nuestro pasado tendría un peso tal sobre nuestro presente, que no soportaríamos abordar un solo instante más, y mucho menos entrar en él. La vida sola le resulta soportable a los caracteres triviales, a aquellos que, precisamente, no recuerdan."
(E.M. Cioran)

jueves, 12 de julio de 2012

INDIEN D'OR

Les traemos tapas de algunos de los legendarios Libros de Oro de Patoruzú. Esta publicación salía a fines de cada año, tal cual se comprobó de 1937 a 1984. Rne selecciona y glosa algunas de las tapas que le parecieron más interesantes. Si quieren ver más tapas, les recomendamos este espacio: http://www.patoruzu-web.com.ar/galeria_patoruzu_oro/flashgallery.html. Veamos las tapas, po.

El primero de todos. El tehuelche usa a su obeso hermanito como lienzo.
 
Upa parece tonto, pero tampoco para tanto. ¿Cómo escondía Patoruzú la nariz atrás de la careta?
  
Una nueva década, y la carrera espacial que comienza.


Nuestro amigo se pone un poco materialista. ¡Este año, dinero, dinero y dinero para todos!
  
Una curiosa tapa con Patoruzús, Upas e Isidoros de papel de diario.

Primero Tintín en los cincuenta, después Patoruzú en 1967. Armstrong, sabelo: no fuiste el primero.
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Un gauchesco Upa entre los beatniks de Buenos Aires.

La tapa más rara de todas, ilustrada por Ferro. Un ave hippie pone el huevo del nuevo año.

El indio toma al nuevo año por las astas.

Patoruzú con banda presidencial doma al sillón de Rivadavia. Lástima que el noble indio no fue el presidente electo en las elecciones del 73. Otra habría sido la historia seguramente.

Intentando ponerle un poco de color al negro 1975 que se venía. Yo que Patoruzú, ni me molestaba.

Pobre Patoruzú...


De haber contado con este plantel, Argentina le habría ganado 60 a 0 a Perú, y a la hora de recibir la copa, los jugadores los habrían fajado bien fajados a los comandantes como yapa.
  
Las vacas no solo terminaron famélicas, sino que encima entramos en guerra. Pero, bueno, al menos teníamos a Patoruzú.


El último de todos, ya en épocas más auspiciosas. Fue el único que tuve, y lo perdí años después vaya a saber uno dónde. Una verdadera pena.


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