LA FRASE DEL PERIODO DE TIEMPO QUE VA DESDE SU PUBLICACION HASTA SU REEMPLAZO POR OTRA

"Sin la facultad de olvidar, nuestro pasado tendría un peso tal sobre nuestro presente, que no soportaríamos abordar un solo instante más, y mucho menos entrar en él. La vida sola le resulta soportable a los caracteres triviales, a aquellos que, precisamente, no recuerdan."
(E.M. Cioran)

martes, 17 de julio de 2012

SEA BREVE

Uno de los tantos que escriben mejor que Rne
Rne está por editar en cualquier momento (cualquier momento: algún momento entre los años 2012 y 2083) un volúmen de microrrelatos titulado Lo bueno y breve, dos veces bueno, o eso es lo que decimos porque estamos condenados a que lo bueno en nuestras vidas tenga una corta duración, como la vida en sí, qué tanto (tal vez, quizás). Aquí les presentamos en forzosa exclusiva algunos de los textos que constituirán la publicación.

DESENCUENTRO
Miré el reloj con nervios y con una ansiedad que se debió reflejar en los movimientos, que seguramente eran bruscos y repetitivos. Es muy probable que haya consultado la hora muchísimas veces a intervalos regulares, como siguiendo los pasos fijos e invariables de algún fatuo ritual. Me repetí varias veces aquello de “el que espera desespera” y traté de esperar sin hacerlo (¡qué ingenuidad!). Me empecé a hartar de las hojas secas en el cordón de la vereda, de la inscripción que alguien había hecho con una llave en el poste de la esquina y de la melodía minimalista de la calandria. Me senté en la vereda polvorienta como un mendigo derrotado y tal vez rogué a algún dios esquivo. Mientras el viento cálido me consolaba (o me provocaba, aún no lo sé) rememoré (gran error) épocas de notable sincronía, de equilibrio, de (ay) belleza. Habíamos sido uno, uno solo. Juntos nos habíamos complotado contra los grandes males, y en caso de quedar derrotados, compartíamos una misma mesa en el banquete de sinsabores. Pero esa tarde de temprano abril me quedé solo. Por más que mucho me esperara, falté a la cita, nunca aparecí ni me volví a ver.



MERCAPTANO
Aunque estaba aplastado por una somnolencia creciente e implacable a la que no podía resistirse, ante el umbral del sueño inexorable pudo llegar a percibir brevemente, como un vislumbre, un aroma final.



HOLTZ
Cuando ella lo vio a Holtz en la librería, algo no le cerró desde un principio. Especuló con que tal vez fuera su ropa, o quizás el hecho de que estuviera mirando los anaqueles de la sección de Divulgación Científica. Ella no sabía que Holtz tenía ese tipo de intereses, aunque en realidad —pensó inmediatamente—no sabía casi nada de él, solo lo conocía de vista en el barrio, hola y chau muy cada tanto, y a veces ni siquiera hola y chau, bastaba con un simple movimiento de cabeza, como para certificar que reconocían la existencia uno del otro. Sin embargo, había algo que la seguía perturbando inexplicablemente. Cuando resolvió acercarse para realizar una pesquisa a menor distancia, él ya se había ido. En el viaje de regreso, ella se durmió en el subte meditando sobre el asunto sin poder llegar a nada.
Durante la cena, su esposo le comentó lo avejentada que la había notado en el supermercado a la viuda de Holtz.



VERBOSO
Justo que estaba tan contento con la fluidez del texto, a eso de la séptima carilla recordó que lo que se había propuesto escribir era un microrrelato.



LA REBELIÓN DEL CARNICERO
El carnicero, disconforme con la vida que el escritor le había dado, decidió organizar una revuelta de personajes. Una vez terminado el motín, subió al escenario a recibir el Oscar a mejor actriz. En su discurso agradeció emocionada al director de la película, a quien se lo veía muy contento aunque ya no tuviera rabo que mover para manifestarlo.




SAGRADA AMISTAD
Ella le confesó avergonzada que había tenido un amigo imaginario hasta casi entrada la adolescencia.
—¡Está muy bien! —le dijo él alentándola—, yo me hice ateo recién a los 20 años.



MUERTE ESTÚPIDA EN HAITÍ
René, que se había ganado la antipatía de un viejo hechicero, logró tras una ardua expedición en la profunda selva haitiana hacerse del muñeco vudú que el anciano iba a utilizar para hacerle daño a través de la magia simpática. Al regresar a su hogar, un agotado René se dio un baño de inmersión. Cuando dos días después los vecinos irrumpieron en su casa junto a la policía, el perro de René los recibió con restos de un muñeco deshecho en la boca.



LO QUE PIENSA UN HOMBRE AL MEDIODÍA MIENTRAS LAVA LOS PLATOS
Ayer, becerros de oro; hoy, vírgenes de mármol.


PATITO FEO
Había una vez un patito feo a quien sus hermanos e inclusive su propia madre despreciaban. Destrozado por la pena, se suicidó una gris y frígida mañana de miércoles. Los animalitos del lago aseguran que no cantó antes de morir.

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