Es vital, pues, que aquellos que, libres del yugo del hambre, comprendan esta situación y cesen las miradas de desprecio al pobre hombre que, sumido en la indigencia, embrutecido por una vida de privaciones de todo tipo, y entregado a la desesperación, participa del siniestro mecanismo como un mero títere. No obstante, seguramente hay entre esas numerosas víctimas del sistema algunos que comprenden la problemática nacional. Y es que el instinto no se adquiere en los claustros, y no hace falta ser universitario para comprender las vulgares maniobras de la clase dirigente. Es más, muchas personas muy instruidas, a pesar de sus títulos universitarios y de su capacidad de sobra para el análisis, son cómplices del modelo, eufemismo de vaciamiento o saqueo. Basta con citar el paradigmnático caso de “Carta Abierta”, un grupo “no partidario ni confesional” conformado por personas provenientes del pensamiento de la educación, del arte, de las ciencias, del cine, y demás círculos culturales. A pesar de proclamarse no partidarios, no tienen otra tarea que no sea alabar/avalar y justificar cualquier barrabasada que lleve la inconfundible rúbrica oficial con argumentos dignos de un tosco ministro de Propaganda cualquiera. Recordemos algunos episodios ligados a este grupo:
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El filósofo Feinmann salió este año a la defensa de Cristina Fernández de Kirchner con vergonzosos argumentos dignos de una pelea de partido de fútbol callejero. |
Estos son los chauvinistas, patrioteros y reaccionarios intelectuales de “Carta Abierta”, cuya obsecuencia genuflexa los convierte a esta altura en un tristísimo caso cerrado. Si sus capacidades intelectuales, que no son puestas en duda aquí, se enfocaran de forma sincera y desinteresada en pos de una mejor sociedad, realmente más justa, tal vez otra sería la historia. El intelectual debe velar por una sociedad sin atropellos, vigilar a quienes ejercen el poder, jamás acatar la orden del día con la cabeza gacha (aunque en este caso se los ve, encima de arrastrados, orgullosos). Realmente hay mucho más que muchísimo para controlar y objetar en las gestiones de gobierno de este país, que rayan con lo criminal directamente. Es curioso que muchos de los miembros de este grupo, que han sabido ejercer la sana desconfianza política en otros tiempos ahora estén tan mansos y sosegados. O están realmente de acuerdo con las políticas de hambre y avasallamiento estatal, o prefieren hacer caso omiso. Desde acá, nosotros, que estamos muy lejos de ser intelectuales, recordamos unas palabras de don Miguel de Unamuno, un gran intelectual que sí supo en su momento recapacitar: “Hay momentos en que callar es mentir (…) Venceréis porque tenéis la fuerza bruta, pero no convenceréis, porque para convencer tendríais que persuadir, y para persuadir no tenéis lo que hace falta: la razón y el derecho.” Afortunadamente, no estamos en el mismo contexto social de guerra civil en el que Unamuno dijo estas valientes palabras. Desde acá mismo, desde esta misma sección de Nada, hemos deslizado alguna vez algún mensaje agresivo, hijo de la impotencia ante la impunidad de tanto criminal dirigente. Sabemos, sin embargo, que el odio no es el modo de solucionar nada. Estamos a tiempo, esperamos, de evitar nuevos fraticidios y derramamientos de sangre. Ojalá muchos seres pensantes se percaten de lo necesario que resulta que desechen las seductoras orejeras del poder y que abran sus mentes de una necesaria vez.
Los analfabetos de "Nada"
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