Cuando Rne me dijo (no sin cierto desdén) “Ma sí, doctor, escríbase algo” me puse en marcha de inmediato. Pero las dudas me acosaron: ¿qué tema tratar? ¿Qué cuestión elegir entre las tantísimas que conforman ese amplio abanico de posibilidades? Y una vez elegido el tema: ¿cómo tratarlo? ¿qué enfoque tomar? ¿qué estilo de texto componer? ¿cuáles serían los objetivos de escrito? ¿y el público? ¿a qué tipo de lector estaría dirigido? Le transmití estas cuestiones a Rne. Me contestó (no sin cierto desdén): “Siéntase libre, doctor. Eso sí, no mencione en su texto que las dudas lo acosaron antes de comenzar a escribir, por favor. Y ahora, sea gentil y déjeme solo que estoy tratando de dormir y son las 3 y cuarto de la mañana. ¡Ah, y la próxima vez toque el timbre, caramba, no entre por la ventana!” Desanimado por la falta de dirección e interés de quien había solicitado con fervor mi colaboración en esta página, y a la vez animado por la carte blanche que se me asignaba, me fui vibrando entre ambos sentires raudamente hacia mi escritorio con la inspiración como guía. Estaba listo para dejar fluir el pensamiento por escrito. Lamentablemente, la lapicera que tenía en el escritorio carecía de tinta y las musas huyeron fatalmente espantadas. De todos modos, recapacité, el escrito debía de redactarse en un registro académico, así que las musas no eran tan necesarias; no soy un poeta, qué tanto. (Aunque algunos colegas sociólogos me recomendaron más de una vez dedicarme “de lleno” a la poesía). Me di cuenta de que había errado en la búsqueda, de que no había sido lo suficientemente metódico. Necesitaba más datos acerca del público a quien iba a estar dirigido mi escrito, y esa información me la podía proveer quien había creado el espacio en el cual dicho texto se iba publicar. Llamé por teléfono a Rne. Entre sollozos (y no sin cierto desdén) me dijo que el espacio iba a llevar el nombre de “Un montón de NADA” y cortó seca y abruptamente (y no sin cierto desdén). Estaba desolado. El título de la página no me sugería NADA. O mejor dicho, me sugería algo: NADA. Bueno, al fin y al cabo, luego de tantas vueltas lo logré. Pude escribir un texto que en el fondo no dijera nada de nada. Busqué tinta para la lapicera, la cargué hasta que estuviera a punto de explotar en ideas y escribí. En breves minutos, el texto que no habla de nada (o que SÍ habla de nada) estaba listo. Es el que están terminando de leer.
Dr. Robles,
Malaver, noviembre de 2007
(Nota de Rne: El Dr.Robles juró que para la próxima oportunidad hablará de algo y no justificará su momentánea carencia de ideas con el título de la página)
Autorretrato de un tipo que dice conocer
al Dr. Robles
10 comentarios:
Eh loco, una masa el blog. Se la re banca. Aguante RNE.
Rosario siempre tuvo merca
Rodolfo P.
Desmiento rotundamente cualquier relación entre Rosario y las drogas.
JCB
Por Sta Fe se comenta que Baglietto miente.
Da (Dady)
No te metas en el mundo de las drogas...ya somos muchos y hay poca.
JAF
Solo quien ha comido ajo puede darnos una palabra de aliento.
Ximena Capristo
Se dice que sólo diez personas en todo el mundo entendían a Einstein. Si nadie me entiende a mi, ¿soy una genia?.
Carmen Yazalde
Basta de hacer bromas con "la porquería"
Checho Batista
Yo llevo tres días, seis horas y treinta y nueve minutos seis segundos tres décimas sin la porquería.
El Facha
Lindo retratito, tío Koko. Dale más al plumín, dale.
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